lunes, 12 de diciembre de 2011

EUROPEAN TOUR

COMO ANTAÑO

Así es, ahí estábamos mi añorada furgo y yo de viaje por allende los mares. Por no faltar no faltaban ni mis gafas de pasta de mis primeros años universitarios. Mira que ya ha llovido desde entonces… No se muy bien por qué, pero aún las guardo, quizás para ocasiones como esta.

Hace un tiempo me propusieron ir a un seminario impartido por un cliente cerca de Frankfurt y de repente se me encendió la bombilla. La primera fue la roja de alarma!, justo en el puente de la Inmaculada cuando yo ya tenía planeado cogerme la semana de vacaciones posiblemente para mi primer contacto con la nieve por los Alpes. Pero luego se encendió la verde de oportunidad! para hacer turismo por lugares desconocidos, lease Alsacia y Selva Negra.

Y en esas estamos, viernes por la tarde camino de Perouges (pueblecito medieval cerca de Lyon) que sería el lugar que había elegido para pernoctar. Mi excompañero de faena Josep Roca, gran viajero, me había dejado unas guías de viaje de Francia y Alemania y leyendo la curiosidad me llevó a la crónica que se hacía de este pueblo. Y bajo la luz del fluorescente de la furgo y sentado sobre el colchón escribo las primeras líneas de esta crónica. Antes de cenar la tortilla de patata que había hecho deprisa y corriendo mientras comía en casa (así me salió) me había dado un paseo para percibir de verdad el ambiente del pueblo, lejos del bullicio de la gente y con el toque especial que la iluminación da a cada una de las piedras que configuran unas casas con mucha historia. Espero que las murallas de entrada a la ciudad medieval, donde he quedado aparcado, me resguarden del frío. Buenas noches!


PRIMER CONTACTO CON ALSACIA

El recorrido matinal por Perouges me mostró un pueblo con historia y buen sabor, repleto de artesanos y “hosteleries” bien ambientadas a la par que caras. Acerté al traerme algo básico para comer y tener siempre la furgo como recurso. El viaje hacia Colmar (mi objetivo del día) me dio para muchas reflexiones:

- viajar por autopista no siempre es la mejor manera aunque tengas muchos km de por medio, así que fui alternando con carreteras nacionales que me permitieron disfrutar de un paisaje más cercano, evitar peajes y poder repostar a un precio más bajo.

- Spain is diferent y lo digo muy a mi pesar como español. En cada km que recorres te das cuenta que los franceses están a otro nivel (pueblos limpios y bien cuidados, “artesanos” que venden productos de la tierra o elaborados por ellos mismos) hasta en los pequeños detalles como que las carreteras tienen tramos cada 5km aprox de doble carril para poder adelantar y que no te estreses detrás de un camión o cometes alguna imprudencia

- a la hora de comer si les ganamos y yo casi siempre que salgo de España opto como solución de emergencia por un McDonalds para comer mal pero conocido y a un precio económico

Y mientras quemo neuronas me planto en Colmar a las 3 de la tarde. Un rato dando vueltas para aparcar (eso no cambia) y a pasear por una ciudad repleta de gente y casas al estilo alsaciano, supongo. Hice bien en traerme el goretex y el gorro porque como dicen los carteles “el invierno llega, prepárate”. Aquí también ha llegado la navidad y nuevamente te das cuenta donde éstas: mercados de navidad que tientan a sacar brillo a la tarjeta. Hasta el más austero consume y contribuye a relanzar la economía. Pero hay cosas que no cambian y a los turistas los intentan engañar en todos los lugares. Llevaba tiempo con ganas de tomarme un “chocolat chaude” y lo que me quisieron dar fue leche caliente con algún polvo de colacao, así que renuncie a calentar el estómago por el momento.

La noche se echa encima (apenas son las 5) y se vuelve a notar el contraste con España, tanto que acabo plegando a las 7 camino de Riquewihr y en busca del camping donde creo dormiré esta noche. Hoy es mi día de suerte porque a los cinco minutos de llegar la recepción cerró, no sin antes darme emplazamiento.

No son ni las ocho y encerrado en mi furgo sin apenas un ruído en el exterior y haciendo balance o crónica de lo acontecido. Mañana necesitaré encontrar la manera de recargar el portátil y el móbil o me quedaré incomunicado tecnológicamente. La verdad es que no se como me entretendré hasta que el sueño se apodere de mí. Le daré una ojeada a la guía que habla y bien de Riquewihr, cenaré un poco de tortilla un tanto deteriorada, enviaré algún sms y confío en que me den las 10. Mañana más…

LLEGO LA NAVIDAD Y…LA CABRA TIRA AL MONTE

Al final la música de la radio hizo efecto y a eso de las 10 me quedé frito y para mi sorpresa dormi calentito y me desperté a eso de las 8 bien descansado. El día anterior con el inglés que chapurreaba el recepcionista ya tenía dudas que el desayuno no sería lo que yo esperaba. “Tú anota en esa hoja lo que quieres de bollería”, pero “También puedo tomar zumo de naranja y café con leche?” Si, si. A la mañana siguiente de café ni hablar y el zumo de naranja era kas de una máquina. Bueno, al menos comí una napolitana de chocolate medio caliente que acompañé con unas almendras de cosecha propia. Esperaba encontrar un bar para mi anhelado zumo pero no fue así.

Bien pronto hacia Riquewihr donde cada minuto que pasaba veía el vendabal de personas que se me venía encima. Venga a venir autobuses y coches. Y si, se convirtió en Besalú a lo alsaciano, lo que unido al mercado de Noel me dejó un sabor de boca agridulce. A las once estaba camino de Ribeauville. Allí la cosa parecía ser más de lo mismo pero después de un paseo calle arriba (como en las fiestas de Velilla) con buen ambiente navideño la cabra tiró al monte donde se vislumbraba un castillo en ruínas pero fuera de la civilización. Y por qué no? Empecé a poner ritmo frenético y pasé como un huracán al grupo de alemanes que más tarde tuvieron la deferencia de sacarme una foto con el objetivo al fondo. En cada curva del bonito sendero de subida me paraba e imaginaba como trazaría bajando con la bici: enfermo del btt? Quizas… Que conste que me encontré uno por allí arriba. Muy buena pinta tiene esta zona para disfrutar del mountain bike. Pero dejemos las dos ruedas y usemos las dos piernas para bajar probando a ratos como respondían mis tobillos.

Mientras tanto había llegado la hora de probar la gastronomía alsaciana y entre mi intuición de viajero y el continuo entrar y salir de personas de un restaurante decidí entrar en uno en el que probé un licor blanco que nada tenía que envidiar al famoso orujo de Potes.

Será el licor o mi predisposición a dejar volar la imaginación pero el gentío que aún deambulaba por allí no me molestaba. Por momentos conseguía imbuirme del espíritu medieval: gaiteros y timbaleros disfrazados tocando música de antaño, jabalí cual hormigonera sobre el fuego, afanados hombres del campo convirtiendo manzanas en zumo calentito, hombres de armas haciendo sonar un cuerno auténtico (o eso parecía).

Definitivamente el día iba de menos a más y me dieron las 5. Entonces decidí que había que buscar un hotel camino del castillo “Haut Koenigsbourg”, según dicen la mayor atracción turística de la Alsacia. Ya me imagino como estará mañana a pesar de ser un día laborable lluvioso de noviembre. Tras varios intentos fallidos volvía a tener suerte y di con un hotelito agradable a 9 km del castillo en plena carretera de montaña. Estaba en el pueblo de Tinnerkirch (o algo parecido). En la acogedora sala de tv y acompañado de una cerveza de Noel escribo la crónica del día y me conecto al Facebook a ver quien anda por ahí. Gustavo, mi compañero como consultor novel en DTI responde al mensaje que dejo en mi muro y recuerdo aquel año en Madrid volando cada semana a Asturias. Primer día de trabajo con el “Comité de Dirección” del Horno de Aceralia y captando estímulos como una esponja. Tarde varias semanas en abrir la boca y a juzgar por los comentarios de nuestros interlocutores en Aceralia cuando lo hice fue con buen criterio. Gran escuela fue mi experiencia allí.

Después del fugaz paseo por mi añorada Asturias vuelvo a Alsacia y poco queda del día salvo recogerme a mi habitación a darme un buena ducha e intentar hablar un rato con mi mamá a quien también hecho de menos. Mañana quiero estar bien pronto entre los muros de la fortaleza alsaciana…

UN DIA DE CONTRASTES

Buen despertar atisbando los primeros rayos de sol en todo el viaje y sin pausa al desayuno que fue poco variado pero bueno.

Son las 9 y cuarto y ya estoy en la entrada al castillo donde barre una señora, a la que le pregunto si está cerrado. Su respuesta me permite entrar extrañado porque no pago. Yo creo que me confundió con uno de los muchos trabajadores que por allí rondaban restaurando el castillo y me lo confirma un currante que me pregunta por no se qué de la electricidad. Le gesticulo que soy visitante y unos metros más allá me caza un trabajador pero del servicio oficial del castillo que me invita amablemente a volver a la salida y esperar a la hora de apertura de la taquilla.

Tarifa reducida (6 euros) porque la mitad del castillo no esta visitable. A mi lo de seguir el trayecto marcado no me agrada y paso por encima de una cuerda aunque tampoco me permite ver nada excepcional. Casi todo está cerrado y para colmo cuando me salto otra cuerda en una de las estancias del castillo para mirar por la ventana suena un detector de presencia. Ahí empezó la parte más divertida porque además del detector me di cuenta que había una cámara. Vamos que tarde o temprano aparecería un segurata y me engancharía de las orejas. El primero no debió haber dado marcha atrás a la grabación y como me uní a una pareja pasó sin parar. El segundo, el mismo que me cazó antes, y que debía ser el más avispado si me había visto y me advirtió. Ahí empezó y terminó lo entretenido de la visita porque después de 10 minutos a pie ya no había más que ver. Así que me puse como una moto con uno de los que estaban en un garita de control. “Esto es todo lo que hay que ver pagando 6 euros?” Al final resignación y una dedicatoria especial en el “libro de oro” del castillo. Me sentí igual que un guiri estafado cuando se sienta a comer marisco en la costa brava.

Pues como un buen turista algo tenía que comprar para resarcirme de la decepción anterior así me aleje del circuito habitual y en un pequeño pueblo botellita de vino blanco y más adelante a probar gastronomía típica en restaurante recomendado. La cosa no empezaba bien cuando quien me recibió me dijo que no era posible. Ante mi insistencia (había solamente una mesa ocupada) me ofreció una mesa un poco desubicada. Poco a poco empecé a atar cabos. A saber, la única mesa estaba ocupada por 6 hombres. Detrás de mí entró un mujer pidiendo mesa para dos y “va a ser que no”. Otra pareja de hombres que pasa. Pero hasta que no entró la tercera con uno bastante a lo guay no acabé por constatar que era una restaurante de ambiente. Finalmente entró una pareja mixta aunque la mujer con cuello alto y facciones de hombre…Es cierto que había una mesa de 3 (la hija y los papás) y otras de 4 (dos hombres a un lado y los papás? a otro). Ah! y un españolito solo con cara de ser poco gay. Lo cual me recuerda una escena similar en Swindon hace varios años cuando estaba igualmente de formación para mi anterior empresa. Después de la sesión del día inquieto yo por conocer lo que me rodea me adentro en el único pub abierto y pido una cerveza. Era un karaoke y tras la primera actuación que presencio veo que el cantante hace carantoñas a otro al acabar. Rápidamente observo que son todas parejas homosexuales y alguno desparejado como yo apoyado en la barra con mi cerveza. Supongo que como ya he dicho no hago cara de ello y nadie se acercó a tantearme.

Por cierto, la comida buena. Incluso el helado de vainilla a la pimienta sobre mar de licor de naranja

Ahora ya estába en condiciones de visitar la capi de Europa, Strassbourg.

Como viajero medio experimentado me había informado que la mejor manera era dejar la furgo en unos parkings que hay a las afueras al lado de paradas de tranvía. Además podía estar el tiempo que quisiera por un módico precio. Total que a las 2 y media estaba pateando la ciudad. A la media hora me paro, miro el plano, pienso y finalmente me decido a coger una de las barcazas que surcan el canal y que además me llevaría allá donde los grandes estrategas deciden nuestro futuro, el parlamente europeo. Fue una relajada manera de hacerse una composición de lugar para más tarde dar el último paseo, sobre todo, por los alrededores de la catedral. El mercado de Noel me persigue allá donde vaya y también algún español e incluso catalán. Entre tanto ya me había hecho al horario europeo y a las 5 estaba tomando un chocolate (esta vez sí) caliente con un pastel de Noel. Poco más tarde había apurado mis últimos minutos por la ciudad y estaba en el tranvía de vuelta para conducir hora y media hasta Heidelberg.

De nuevo escribiendo mis experiencias del día mientras la lluvia golpea el techo de la furgo y con la incertidumbre de si aparecerá mañana un gendarme para advertirme con un papelito de unos 20 euros (eso me ha dicho el chico que he preguntado sobre como ir al casco antiguo) que el lugar donde estoy aparcado es para residentes.

Mañana se desvelará el secreto y mientras tanto yo intentaré dormir sin hacer mucho ruido para pasar inadvertido.

HEIDELBERG (CIUDAD PARA DESCUBRIR)

A las 8 arriba, vuelta alrededor de la furgo y ninguna nota ni cepo. Además estoy donde aparque así que la grúa tampoco pasó por aquí. Llevo toda la noche con mensajes de mi vejiga y a toda prisa buscando un lugar que iba a ser la gasolinera de al lado. Puerta cerrada, adentro a pedir la llave que muy gentilmente (pero sin variar el gesto) me proporciona el dependiente. En agradecimiento le doy 40 centimos de la vuelta de comprar mi desayuno, zumo y croissant de jamón y queso.

Después de unos minutos titubeando sobre que hacer con mi medio de transporte opto por dejarle donde está y confiar en la diosa fortuna que hasta ahora no me ha ido nada mal.

Una cosa que me ha sorprendido es que todo el mundo al que he preguntado en la calle habla inglés, afortunadamente, porque aquí no puedo ni chapurrear el alemán.

Heidelberg es una ciudad de tipo medio con industria como por ejemplo las máquinas Offset del mismo nombre y que hasta no hace mucho veía cada día por mi trabajo. También se siente el ambiente universitario y al final después de caminar 40 minutos y preguntar dos veces conozco la parte antigua que al igual Girona también tiene. Lo cierto es que el comienzo es un estilo La Roca pero hay que saber buscar y finalmente al pie del castillo está la parte más auténtica.

Escaleras arriba para adentrarme en la zona de bosque primero y el exterior del castillo después. Previo pago entro y la primera imagen que captan mis ojos es fascinante, lástima que un incendio y algún que otro contratiempo de la época no permitan verlo tal y como era originalmente. Paseo relajado dejando volar la imaginación hacia los pasados habitantes del castillo e intentando visualizar sus quehaceres cotidianos. Un enorme tonel me da una idea. De hecho nos cuenta la guía (en inglés para ir calentando motores de lo que me espera mañana en el curso) que como el agua estaba contaminada lo hacían todo a base de vino, incluso ducharse.

Finalizada la visita y aprovechando el bosque aledaño me doy una trotadita sin apenas sudar y de vuelta para la zona antigua. Es aquí donde más me recuerda a Girona porque hay que saber encontrar lugares con encanto que los hay. Me refiero a donde tomar un te, cerveza, cocktail, etc en un ambiente “místico”, alegre, auténtico. Hay donde elegir. La sorpresa del día sería ver como una barcaza de dimensiones importantes pasaba por una esclusa y en cuestión de segundos se elevaba un par de metros para salvar el desnivel del río. Era algo que como ingeniero quería ver y me costó una buena carrera porque no llegaba a tiempo. De vuelta me acordé de una conversación que mantuve con Juanma en la Chuleta, bar de tapas de mi querido pueblo. Juanma deportista y bueno de joven me decía que el día que tuvo que subir unas escaleras a una torre de control y llegó con la lengua fuera decidió que era el momento de mover de nuevo el esqueleto y me enganchó a mí. De eso hace alrededor de 4 años, después de llevar ocho sin hacer deporte de manera regular desde que colgué los guantes. Y ahora después del sprint volvía sin jadeos ni sudores, justo un momento después de haber ingerido un bratwurst y una cervecita.

Feliz por ello y por los momentos vividos continuaba mi camino de vuelta a la furgo zigzagueando para no repetir calles ya caminadas. Allí seguía mi fiel compañera que me llevaría al hotel en Bad Soden am Taunus. Me costó menos llegar al pueblo que una vez allí encontrar el hotel, pero por fin pude instalarme y salir a por una cena típicamente alemana. Aquí cenan entre las 6 y las 7 porque ya llevan dos horas sin luz. Esta tarde cuando paseaba a las 2 y veinte parecía que quería anochecer.

Yo me subí al hotel a las 8, escribí estás líneas, me conecté al face un rato y a dormir. Mañana se abre un paréntesis laboral en mis vacaciones del que obviamente no haré mención en mis memorias. Hasta pronto!

SOBRE LOS ALEMANES

Es cierto que prometí no hablar de trabajo pero no puedo dejar pasar por alto la confirmación de algunos tópicos:

- cuando en Alemania se dice que una reunión empieza a las 8:30 quiere decir exactamente eso no como en España que la gente llega a las 8:30 y se empieza a eso de las 9 mientras alguno llega y el resto se van porque para estar allí esperando… Así, precavido de mi estaba entrando en el impresionante edificio de P&G a las 8:20. Pero hay más si la comida es a las 12:30 a esa hora se para la explicación y ya continuaremos después

- todo lo tienen milimétricamente planificado y preparado, así que no se da la típica escena del presentador diciendo: “donde tenía este archivo…” o “esto no va”, etc. La sala de reuniones digna del mejor congreso de alto standing con una sala anede control de sonido y una persona al principio por si acaso algo falla. En el primer cofee-break hubo colapso porque éramos muchas personas y una sola cola. Para la comida tema solventado con dos colas. Y podría seguir contando.

- son metódicos pero también cuadriculados, así que si en el restaurante pides un vaso vació porque quieres tomar una ratafia (tenía una petaquita en el bolsillo) te miran con una cara de “no se que me pides” y has de insistir dos veces pero no por la ratafia sino por el vaso pequeño vacío. Ya saben lo que es pero no está dentro de su patrón de comportamiento. En España, a pesar de no ser habitual la respuesta hubiera sido “enseguida se lo traigo”, en definitiva sabemos improvisar cuando es necesario

Os imaginais aunar ambos caracteres. Por cierto, beben más cerveza que nosotros agua y vino juntos.

REFLEXIONES VITALES EN FRIBOURG

Anoche después de despedirme de unos compañeros de curso polacos -con los que compartí fugaz visita a Frankfurt- y tras dudar si dormir en Baden Soden cogí mi compañera y carretera hacia Fribourg. Un poco antes de llegar a Kalsruhe el sueño llamó un par de veces y paré en un área de servicio a dormir.

Buena idea la de los alemanes de habilitar zonas de parking en las afueras de las grandes ciudades y justo al lado de una parada de tranvía. Sin ningún tipo de stress por donde aparcar y “para donde voy” estaba a las 11 pateando Fribourg. De nuevo el ambiente navideño en alemania me sorprende y por fín me decido a probar el famoso vino caliente (gluswein o algo parecido) acompañado como siempre de un delicioso bocadillo de salchicha y rematado con un segundo vaso de vino y un pastel.

Ese medio litro de vino caliente casi me hace levitar por las empedradas calles del casco antiguo. Acertadamente eso fue después de subir a la torre de la catedral que dicen es una de las más bonitas de estilo gótico de Alemania y que me permitió tener una visión de hacía donde debía moverme.

No solo hay historia en Fribourg sino que se palpa un gusto por la buena gastronomía (la casa española es un buen ejemplo de ello) y me atrevería a decir en el poco tiempo que estuve que es bastante cosmopolita, a lo que ayuda un gran número de universidades. Con una de ellas me topé y quise probar el elixir de la eterna juventud. Allí estaba yo a las 2 de la tarde tomando café rodeado de veinteañeros universitarios: los que repasaban mientras toman un café, los que simplemente charlan sobre que harán este viernes noche, los que aprovechan el buen ambiente y el calor para comer una pizzas que traen de no sé donde. Que tiempos aquellos…

Tras el paréntesis recupero la normalidad paseando por el extrarradio de la parte antigüa donde me topo con este prodigio tecnológico. Se trata de una bicicleta para vagos porque vas tumbado como en la cama y no vi que diera pedales. Es un detalle más de una ciudad con mucho atractivo.

Momentos antes y en el interior de una silenciosa iglesia me viene el arrebato reflexivo. Cómo he llegado hasta aquí y no me refiero a Fribourg, sino que hitos de mi pasado han condicionado mi actual carácter tranquilo e independiente, feliz con lo que tengo pero sin renunciar a lo que quiero. Fugazmente me vienen a la memoria mis campamentos de verano con los misioneros del "Verbo Divino" que supusieron mi primer intercambio de vivencias personales con quinceañeros que apenas conocía y despertaron mi interés por la naturaleza. Dejar la casa familiar para comenzar la universidad fue también un punto de inflexión y el inicio del camino hacia la independencia. Y a partir de ahí los distintos lugares de España en los que he vivido me han hecho más abierto de mente y tolerante, porque hay muchas maneras de entender la vida y ninguna tiene por qué ser superior a la otra.

Se hace la hora de volver a buscar a mi compañera pasando por el mercado en el que he comprado esta mañana 4 manzanas y mandarinas de pagés a juzgar por lo buenas que están.

Mi intención es dormir in Titisee y mañana bien pronto hacer un trekking por los alrededores del lago en plena “selva negra”. He de reconocer que me llevé un gran susto durante el viaje. La carretera estaba mojada y no paraba de llover y a pesar de la advertencia de curva peligrosa he entrado demasiado rápido (60 km/h) adelantando a un camión y me he visto en el otro carril y pasándome por encima el camión. Finalmente mi compañera se ha agarrado a la carretera y poquito a poco hasta Titisee.

Pero el día aún no había acabado y la suerte o mi desorientación me hicieron ir a parar a un parking que resultaría ser el de un centro lúdico termal. Que hago yo a las 5 y media aquí? Pues a comprar un bañador y para adentro a disfrutar de 3 horas de relajación total. Pensad en Caldea pero alejado del mundanal ruido y con ambiente chill out donde puedes disfrutar de un cocktail o copa de champagne mientras cientos de burbujas te masajean la espalda en una piscina exterior. Sali de allí en el Nirvana pero con hambre, situación que solventaría en mi furgo poco antes de plasmar electrónicamente mis vivencias de hoy.

CAMBIO DE PLANES

La incesante lluvia (la misma que golpeaba mi cara en la piscina exterior anoche) canceló mi trekking por la selva negra, así que caminito de Annecy cruzando Suiza. En un área de servicio pude experimentar lo que es el nivel de precios de Suiza. No me creía que me pudieran cobrar 11,9 euros por un menú McDonalds. Eso sí, había una diferencia en la calidad, pero… Ya en Annecy aparqué justo en una plaza libre que resultó ser de las últimas antes de entrar en zona de pago y no barata según me comentó una pareja que me indicaría hacia donde quedaba la parte antigua de la ciudad. Tras recorrer una buena parte de lago, el mercado de Noel, como no, sería la puerta de entrada a lugares que por momentos me recordaban a Girona. Lo que he ido aprendiendo es que en muchas de estas ciudades las sorpresas más agradables te las llevas alejándote de la marea humana y adentrándote en pasajes angostos y de apariencia insegura, como el que me permitió descubrir un establecimiento de luthier. También pude constatar que es una ciudad con ambiente nocturno que años atrás hubiera disfrutado tomando unas copas pero acabé camino de la furgo a eso de las 6, una hora después de haber anochecido. Una sesión de salsa en un local al lado del lago y que por suerte se acababa a las 6 a punto estuvo de hacerme cambiar de opinión.

Total que estaba dentro del saco escuchando música al principio y recibiendo sms más tarde con el resultado del derby que no pude ver. Realmente lo único negativo de todo el viaje.

LO QUE BIEN EMPIEZA BIEN ACABA

A la mañana siguiente bien prontito en la carretera y descubriendo entre Chambery y Valence una zona que me gustaría volver a visitar. Había decidido salir de la autopista porque hacía un rodeo para pasar por Grenoble y pasé un por una ciudad, Voiron, que bien podría ser el campamento base para expediciones de trekking o btt prealpinas.

El día no tenía otro objetivo que devolverme de nuevo a Olot, excepto comer en Sete unas ostras y sopa bouillavaise en un restaurante que ya había probado años atrás en compañía de Antonio en una expedición a la nieve por Alpes precisamente en esta semana. Después de dos recorridos por los restaurantes del canal había desistido de encontrarlo y pregunté a una transeunte sobre un restaurante. Su recomendación Che Gino no me convenció del todo porque no había venido a comer pasta, así que camino del restaurante volví a hacer el último intento y evuala, ahí estaba. Moraleja: quien sigue la consigue y además con doble satisfacción.

A las 5 y tras una semana inolvidable y no precisamente corta entraba por la puerta de casa.