miércoles, 28 de septiembre de 2011

Vall d'Aran (I)

Tras el descanso veraniego y algo más, el gusanillo de ir añadiendo citas a mi autobiografía más rural ha vuelto y gracias a las notas manuscritas que todavía conservo he podido reproducir nuestra aventura por la valld'arán hacia el mes de junio...
Al contrario de lo que sucede esos viernes que tienes que plegar pronto y todo se lía en el trabajo, esta vez a las 5 salía a coger el coche y encontrarme con Joan en mi casa.
Parada en el Caprabo de Alp a por donuts y snickers que yo acompañaría con cerezas (las últimas) de Ceret y queso de Herrera. Eso sí, todo dentro de la furgo porque el tiempo no permitía picnis. Mientras escribo estas lineas mi deseo es que todo el agua que nos ha caído durane el viaje sea suficiente y nos respete el finde que para nosotros comienza mañana a las 8:30 con el desayuno. Joan le regateó media hora a la dueña del hotel que nos había dicho a las 9.
Siguen las dudas con la climatología, así que cambio de planes y ruta intermedia, la que teníamos pensada para el lunes. Resulta que el domingo pintaría mejor y el lunes igual venía Arnau (jefe de Joan). Replanteamos la situación: el lunes deberíamos hacer la corta, pero entonces solo nos qauedaba el domingo para la larga y el sábado había que hacer un toque por Vielha...
Por de pronto nos enfilarímaos por el GR211 dejando a un lado la carretera de Vielha hasta llegar a Arros donde daría inicio la subida al salto del pish por pista asfaltada. En cada km nos indicaba pendiente media y max y yo decidí apretar cuando marcaba 8%, 10% y 12%. Ahí se acabó mi pistonada y le dije a Joan que aflojaba. Y menos mal porque el siguiente km era del 14% con max de 17%. El tramo final nos permitió rodar más trankis al 2-4%.
Había merecido la pena por el espectáculo de agua.
Al lado un pequeño lago de montaña que bien podía servir para un bonito baño en un día caluroso de verano. Breve avituallamiento y pista de tierra hasta el coll Varradós.



















Antes un todoterreno parado por la presencia de caballos salvajes, uno de los cuales tenía faena con su compañera aunque nuestra presencia le persuadió de abandonar antes de quedar inmortalizado.
Hicimos cima pronto y sin parar una larga pista nos llevaría hasta Balgergue donde a punto estuvimos de volver esa misma noche a cenar en Casa Rosa. Desde aquí se encargaría de nuevo el GR211 de llevarnos hasta Casarilh y una impresionante rubia de recibirnos. El resto no tiene más historia. Bueno me olvidaba de la olla aranesa en casa Estampa y 2 tankeray naranja en el SAxo Blue con buena música y jugando a psicoanalizar a todo el personal allí presente.