jueves, 20 de octubre de 2011

La puerta del cielo

Llegada placentera al hotel Rei, cena de lujo (especialmente los garbanzos de Joan) y a dormir.
Con las ganas que teníamos de empezar y 10 min esperando a las puertas del desayuno. Al menos pudimos llenar bien el buche y darle candela a las 9. La idea de hoy era llegar a Tabascán pero sin tocar carretera salvo por obligación. Así que camino y pista hasta Tirvia por la orilla del río, allí bajada por pista asfaltada hasta la carretera general. Nuestra alergia al asfalto nos hizo huir de ésta a la entrada a Ribera de Cardos por un sendero a la izquierda hasta Surri. Allí me llamó la atención unas señales de "edificios de defensa militar" aunque no tanto como para dejar de pedalear. En Arias senderito que nos hizo empujar al final la bici por una corriente de agua/barro de dudosa procedencia. El recibimiento a Joan en Bonestarre lo hizo un perro con malas pulgas y ganas de marcar el territorio mientras una mujer enredaba con un cortacesped.
Desde allí a Tabascán combinación de senderos y carretera. Mi memoria solo recuerda los gritos de una auténtica lugareña a su perro para evitar que cruzase la carretera del pueblo en el momento que bajaba un coche. Y ahí estábamos, a punto de enfilar la subida del día. Yo contento un pequeño instante, justo el que duró el asfalto porque ahora sí -lejos de coches- deseaba que el firme me ayudara en la ascensión. Hoy tocaba regular y desde el comienzo Joan se dedicaba (más que ningun otro día) a parar, sacar foto y volver a perderme. Más aún cuando tras 8 km de subida giramos a la izquierda para coger la pista que nos llevaría como hito intermedio al estanque de Castell, que sería el preludio del inicio del trekking del día hasta el estanque de Naorte: grande y bonito aunque según parecía no tanto como el de Certascán a donde llegaríamos entre pedales y empujones de bici. Iluso de mí quería bañarme en el lago pero la lejanía al refugio y las malas referencias en cuanto a su temperatura que nos dio el guarda me hicieron desistir y decantarme por la ducha caliente/fría para relajar piernas.
El ambiente en el refugio era realmente acogedor y entiendo aún menos que por no se que historias que no puede comprender quieran finiquitar al guarda Alejandro Gamarra. Allí compartimos conversación y muy buena cena con dos madrileños y una pareja. También conoceríamos a Jordi de Cardedeu con el que hicimos buenas migas e intercambio de mail para seguir en contacto. Al finalizar Alejandro nos puso un video reportaje fotográfico de la travesía Puerta del Cielo que el mismo se había encargado de crear y promocionar. Según sus palabras era la ultra trail más dura que se conocía. Todos atónitos a lo que Alejandro dijo "si me hiciera la FEEC la mitad de caso que vosotros..." y todos los allí presentes a reir.
El día tocaba a su fin y escaleras arriba al dormitorio. Poco tiempo de descanso y mucho ronquido





martes, 18 de octubre de 2011

Vall d'Aran (y III)

Nosotros, por si acaso, estábamos en pie a las 8 desayunando a las 8:30 y pedalenado a las 9 por el GR 211-1, pero esta vez dirección Artiés. Como ya me había anticiapdo Joan vimos los famosos osos en cuatividad y pensé que suerte la nuestra.
El guíon se volvía a repetir: pedaleando hacia arriba por asfalto los primeros km, luego por pista en mejor o peor estado, o sea con más o menos piedras, con mayor o menor pendiente. Pista que se transformó para mi sorpresa agradable en canal de madera para salvar alguna acumulación de agua permanente y como no acabando a pie y empujando la bici antes de llegar al lago de Colomers y su refugio al













que llegamos pedaleando sobre la presa y después de un respiro para el recogimiento personal. No todo va a ser pedalear con la cabeza hacia abajo por miedo a ver lo que queda para llegar al final. También hay momentos en los que te maravillas del entorno que te rodea y llega la calma,
esa que te falta a veces en las relaciones personales, esa que cada día y hora intento sea mi compañera del alma. Y a fe que estos momentos por la montaña me están ayudando. También llega la adrenalina justa y necesaria en la vida y el btt aprovechando el último resquicio ciclable del sendero que nos llevará al refugio.
Allí nos recibe un elemento peculiar: rastas y barba sin cuidar, extremoduro en el radiocasette y cobrando 3 euros por cada coca-cola. Yo tengo una extraña debilidad por los lagos de montaña y si el día me coge valiente quiero probar las frías y limpias aguas. Además mis cansadas piernas agradecieron el remojón mientras degustaba unas galletas y los últimos sorbos de coca-cola. Pronto se hizo la hora de cabalgar de nuevo o eso pensaba yo. Nuestra idea era encontrar la pista que por el valle de Valarties nos llevaría de nuevo a Escunhau y punto final de nuestra aventura. Pero he aquí que ésta compezaría cuando el sendero para excursionistas (y no mountainbikers) nos desviaba de la pista según el gps y decidimos tirar a derecho. Entre la orientación de Joan y yo que de eso nada pero convencido de que si no había sendero ya lo haríamos nosotros nos lanzamos ladera abajo entre matorrales hasta finalmente encontrar la pista. Pero la aventura no había acabado... Joan que de montaña entiende un rato me dijo que no nos encantáramos que la nube amenazaba con descargar y fuerte. Yo no pude desatender un coche despistado que solicitó mi ayuda y rápido en busca de Joan y también de la tormenta. Para nuestro pesar estaba en la misma dirección que nuestro destino. La que cayó en forma de granizo no la he vivido jamás encima de una bici, tanto que a punto estuve de pararme a refugiarme debajo de unos árboles. Sabiamente Joan me hizo recapacitar pero es que aún con el casco me caía cada pedrada en la cabeza que por un momento me entró algo de acojone. Además las gafas empañadas, cada km bajándolas para ver por encima pero la inercia las llevaba de nuevo hacia arriba. Total que finalmente llegamos a Escunhau y el sol apareció de tal manera que puse la rompa a secar en un muro. Quien me lo iba a decir...

jueves, 13 de octubre de 2011

Vall d'Aran (II)

De nuevo arriba a las 8 para desayunar menos que de costumbre y 15 km hacia abajo por el GR 211.1 que servirían para diagnosticar el estado de mis piernas. Hoy no tenían trampera y ya le advertí a Joan que fuese a su ritmo. Es por ello que parezo ser el único protagonista del día. Joan me dejaba de rueda enseguida y paraba para tirar de instantánea. Y así sería desde el inicio de la subida por carretera al coll del Poltilhon y continuaría por la pista que subía al coll de Baretha. Por cierto, aunque no se vea subía una francesa haciendo trekking con unas piernas dignas del mejor runner de montaña.
Nuestro cuerpo necesitaba reconstituyentes así que en medio de unos inmensos prados a 1750 m acompañados por rebaños de ovejas, caballos e ir y venirde gente dimos cuenta de un plátano, avellanas, higos y bebida isotónica.

La bajada era apta pra mountain bikers amantes de la natura. Sin embargo, el placer acabaría tan pronto llegamos al camino de Camp Saura. Definitivamente hoy todos habíamosaprovechado para disfrutar de la montaña: pastores haciendo faena con familiares poco habituales en esas lides, grupo bien numeroso haciendo barbacoa y pequeñas grupos de "abueletes" que supongo debían pensar "a donde van estos dos con la bici?"

Más tarde yo mismo me lo preguntaría al ver como se endurecía el camino. De todas maneras tenía claro que hoy a pie lo haría mejor que en bici. Joan no y como un tractor arriba por los prados.

Así que de esta guisa (resoplando y falto de aliento) llegue al final del infernal repecho.



Por no faltar no falto ni el tradicional trekking bike hasta llegar a 2070 m en el coll de la Monjoia. Parada y fonda con una impresionante vista y comenzaba una bajada de 800m de desnivel en no más de 5 km. Salvo un primer tramo abrupto en el que mis nuevas pastillas trabajaron muy bien el resto fue una de las mejores bajadas que recuerdo: sendero limpio, revirado y en mitad de un bosqaue y con la sorpresa de un bóvido que se me cruzó por delante.
El final es la carretera que subía al refugio de la Artiga de Lin y que nosotros cojimos de bajada hasta que una acumulación de coches alrededor de una casa de madera nos hizo reflexionar acerca de llenar el estómago. Lástima que no había sitio hasta después de media hora y nosotros no estábamos para esperar. Consecuencia: carretera abajo, cruce a la dcha y última subida del día dirección Basa de Oles a la que afortundamente no llegaríamos porque yo ya estaba en la reserva. Y afortunadamente otro sendero y van... sería el que nos guiaría hasta nuestro campamento base.
Todo lo que habíamos gastado pedalenado que fue mucho lo recuperamos a base de paella montañesa de aprobado justito, butifarra con alubias de notable y yogour casero de notable alto.
Pizza con salmón ahumado sobre base sin gluten (Joan tuvo esa deferencia conmigo) sería la manera de llenar combustible por la noche para el día siguiente que seguía generándonos dudas. Llovera?