martes, 15 de noviembre de 2011

Nos vamos de pintxos (a Sanse)

Los muchachos y muchachas del club de atletismo hace tiempo que teníamos claro que correr, pintxos y buena compañía era una mezcla que garantizaba diversión.
Era una de aquellas semanas vividas tiempo a trás cuando te ibas de campamento con los amigos o en mi caso jugaba los tan anhelados maratones de futbol-sala veraniegos. Descontando cada minuto que quedaba para encontrarnos y carretera hacia Sanse. El coche de Agustí lo empezaría llenando yo pero luego se añadieron Su, el Sr. Manel, Albert Pararols, el saxofonista de la vall (Xevi Bartrina) y la srta Artacho. El otro coche también iba lleno con Albert Mata (mi compi en Alzamora), el pibe Bruno, A6 el de tv3, el secre Bullón (alías Patxi), un hombre pegado a un teléfono (Said) y la gacela Girona.
La carrera para algunos no era hasta el domingo, así que había que hacer un buen desayuno a base de coca, chocolate y fuet y parada en una area de servicio entre Sanse y Pamplona para dar buena cuenta de embutido y tortillitas de patata.
Pues nada que ya estábamos en el hotel Aranzazu y sin apenas tiempo para deshacer las maletas pateando por la concha hasta la feria del corredor en el Kursal. Había que recoger dorsales y marujear un poco por los diferentes stands. Al final nos hicimos con una cervecitas por la cara gentileza de Heineken y de vuelta al hotel para acicalarnos y afrontar el primer matchpoint en el monte Igeldo. Allí nos recibió el ertaintza Angel y su pareja para sin más preambulos darle al grifo de txacolí y sidra. Para la mayoría tendría más exito el txacolí pero un error en su manejo por parte de la srta Artacho nos dejó vacío el barril a media cena. Alternativa: el tinto que por otro lado hace buen maridaje con el chuletón que sería el colofón a una buena cena. Eso sí, algunos quisimos calentar motores y nos tomamos unos digestivos.
La bajada sería un tanto traumática para los dos taxistas que subieron a recogernos y se volvieron de vacío. Habíamos decidido intentar el record guiness de atletas en una C3. Aparcamos cerca de la zona de copas. Por más que avisé que se quedarán con la ubicación al ir a buscarlo la parejita estuvo 1hora reconociendo Sanse. Pero antes de eso como bien dice Agustí rejuvenecimos 20 años y reímos, saltamos, cantamos, bebimos,...Entonces nos planteamos la disyuntiva de seguir rejuveneciendo aún más e irnos de discoteca. Pagar 20 euros para encontrarnos con quinceañer@s no nos convenció (aunque yo estuve tentado). Sin embargo, lo de seguir rejuveneciendo no se nos fue de la cabeza y Xevi transformó magistralmente un cono de obra en una obra musical a base de saxofón. He aquí que apareció el diablo Aziz y nos indujo a unos pocos a bañarnos en la concha ante la sorprendente mirada del resto e incluso de espectadores ajenos al grupo. Solo nos quedaba caminar hasta el hotel y despedir un día inolvidable.
A la mañana siguiente A6 se levantó en tono profesional y se fue a rodar a las 8 al grito de: "tu te estabas bañando anoche en la playa, verdad?" La fama le persigue... (no sabes donde te has metido pobre A6). Los demás como mandan los cánones hicimos un buen desayuno buffet acompañados de los jugadores del Basket Manresa que esa misma noche caerían ante el Lagun Aro.
La primera y única división del grupo se produjo en el momento de cumplir con los compromisos familiares: los casados (excepto Mata) de compras y las nenas, Mata y yo de paseíto con la mente puesta en los pinchos. Entre las notas de Su y el prodigio tecnologico que Albert tenía de móvil conseguimos encontrar cuatro lugares de buenos pintxos y txacolí.
Nos quedaba por hacer la buena obra del día: rescatar al presi del terremoto que sacudió el hotel y a fe que lo hicimos compartiendo un café en un bar de platos combinados en el que se encontraba comiendo el resto de atletas. Mira que ir a Sanse y comer un plato combinado...Que se lo digan a Bruno que creo fue el único punto negativo que le puso al evento atlético.
El cuerpo iba pidiendo un poco de descanso así que nos dirigimos cada uno a su habitación? para dormir la siesta. De nuevo otro paseíto por la concha hasta el boulevard y hora de recogernos a cenar que mañana tocaba correr un rato para la mayoría. A todo esto la gacela Girona ya estaba rumiando cada km, concentrado en lo que haría cada minuto hasta el momento del pistoletazo (que comer/beber, cremas, complementos para la carrera,...) mientras nosotros comentabamos andanzas en la cena en el propio hotel.
Esta vez acabaríamos el día paseando hacia el otro lado hasta llegar al final del paseo donde el Sr Manel nos explicaría que por unos agujeros que había cuando golpeaban las holas contra la pared salia aire y podías inflar un parapente. Martina años atrás casi salió volando.
Cuando todos dieron la vuelta los de los pintxos que no teníamos compromisos al día siguiente decidimos tomar el último y esta fue la crónica del sábado.
A la mañana siguiente nervios en la habitación, que si vaselina, esparadrapo, fiosiocrem,.. y deseos de buena suerte para los que se disponían a coger el tren que les llevaría a Irún en cuyo barrio de Behovia salía la carrera. Los de los pintxos chino chano a desayunar a una hora prudencial y andando para el boulevard a ver la llegada de nuestros amigos. A duras penas pudimos porque jamás me imaginé semejante gentío en la calle. Es verdad que corrían 22000 y aunque solo viniera una persona a ver a cada corredor ya salen unos cuantos pero me dijeron los que corrieron que a lo largo de los 20 km era igual. Definitivamente Euskadi es diferente y el running viene pegando fuerte. Lástima que no lo descubrí antes pero espero que me quede correa para rato.
En la llegada las sensaciones eran dispares e iban desde los que estaban un tanto decepcionados por no haber hecho un mejor tiempo, hasta los que estaban moderadamente contentos a pesar de haber hecho un buen tiempo y pasando por los inseparables A6 y Albert Pararols cruzando juntos la meta. En el hotel tuvimos tiempo de hacer una cervecita juntos mientras acaban de ducharse los más rezagados y despedíamos a la parejita que seguiría disfrutando de Eusaki unos cuantos días más.
En el viaje de vuelta continuo el buen ambiente justo hasta el momento de despedirnos en el que me embargó un sentimiento de nostalgia por los buenos momentos pasados y saber que tardaremos en repetirlos. Pero siempre nos quedará la calçotada, la mar i Murtra, los entrenos vespertinos del sábado,...
Conclusión: un finde en el que reímos como nunca e incluso rememoramos tiempos pasados, pero dudo que mejores.